Blancos perfectos y lados oscuros.
Los anhelos de perfección, llevados a extremos, devienen en peligrosos purismos. Si volúmenes críticos de consciencia colectiva impregnada de estas distorsiones se tornan mayoritarios, estamos frente al ideal de conformación de organizaciones sociales excluyentes y punitivas de `los impuros y sus impurezas’. 
Fantasías depuradoras operantes a nivel ideológico – político partidista – religioso – cultural – racial – académico o mercantilista. Inhumanas fantasías, destructivas, porque justifican toda persecución e intento de eliminación definitiva de cualquier diferencia que amenace la construcción de uniformidades. Básicamente, pese al riesgo que puedan representar cuando se encaraman en el poder con apariencia de solidez incuestionable, son miradas profundamente infantiles, porque se han vuelto incapaces de abarcar complejidades, quedando atrapadas en lo que podría identificar como simplificaciones delirantes, totalmente ineficaces para imbricarse con vitalidad en tejidos sociales diversos y multipolares.
La imposición artificial de regímenes absolutistas sólo puede sostenerse por la fuerza. Si entendemos esa precariedad estructural, también comprenderemos su abismal distancia de las multiplicidades circunstanciales propias de redes humanas de existencia / convivencia. La autoconsciencia de límites madura elecciones ‘personales’ que no están disociadas de la realidad y sus imperfecciones. Las y los mandatarios emergentes de decisiones colectivas con un quantum de autolimitación compartirán esos anclajes. Socialmente, estaremos a resguardo de peligrosas disociaciones anhelantes de paraísos uniformes.
Concepciones monolíticas e inamovibles, o estériles desvaríos de ebullición permanente. Dos caras de una percepción lunar que no ha asimilado aún los límites que regulan extremismos aparentemente desconectados entre sí, pero ciertamente disociados de las incesantes demarcaciones que la realidad viva manifiesta a cada instante. Suena paradójico, pero en ese oleaje vibrante, interminable y cambiante es donde germinan registros conscientes estables, y en la medida que sean capaces de mantener nexos renovados por ritmos vinculares que no pueden controlarse, preservan al psiquismo de la tentación del aislamiento en donde se nutren enajenados separatismos uterinos.
Simbólicamente, el eterno girar de la Luna en torno a la Tierra no convierte en cerco ese transitar sino que, como la atmósfera, protege la consciencia planetaria terrestre de las intensidades del sistema solar sin cerrarse negando su existencia. Los cuerpos de este mandala cósmico nos alteran, nos desacomodan, pero las órbitas se mantienen, las formas permanecen y se renuevan. Y resonamos como humanos en nuestro territorio – casa – planeta. No caben absolutismos en esta danza.
Este escrito es una tardía extensión poco extensa de las brevísimas palabras incluidas en ‘Blancos Perfectos (l@s niñ@s no votan)’ que se publicó hace algunos años.
Actividad Astrológica
