Algunas ociosas reflexiones

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Por Silvia Ceres
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001 ocio

 

En estos tiempos en que la vida cotidiana se ha visto en mayor o menor medida alterada por la pandemia, no viene mal pensar en la relación que cada uno de nosotros establece con el ocio.

¿Qué es el ocio? Es disponer de un tiempo por fuera de las obligaciones, que el individuo decide libremente cómo disfrutarlo. Adueñarse de una porción de tiempo y resolver qué hacer con él es, hoy por hoy, una situación poco frecuente.

Dejando de lado la llamada industria del ocio: video juegos, turismo, empresas de entretenimientos, films, etc. está claro que la sociedad poco sabe del ocio y si mucho del negocio (etimológicamente, la negación del ocio).

El ocio, idealizado en la antigua Grecia, como actitud necesaria para acceder a las formas superiores del conocimiento, carecerá de lugar significativo en el pensamiento pragmático de los romanos, pero será recién en el siglo XIII cuando se afianzará el concepto de "madre de todos los vicios". Con el protestantismo, la ideología del trabajo como valor supremo se solidifica todavía más, construyéndose cierta sinonimia entre ocio, vicio y pobreza, y por otro lado, entre laboriosidad, virtud y riqueza.

Y salvo algunas voces solitarias como la de Paul Lafargue, quien en 1880 escribió "El derecho a la pereza", poco y nada se teorizó sobre el asunto.

El ocio no es perder el tiempo, sino tener tiempo para sí, para lo que se desea; no es tiempo libre -como aún no usado- sino tiempo liberado -de las ocupaciones-. El grado de libertad puede medirse por nuestro deambular personal, encontrándonos y perdiéndonos a nosotros mismos por fuera de todo valor de utilidad. 

Como antítesis de que "el tiempo es oro", podríamos afirmar que el tiempo es un valor sin precio en tanto dispongamos de él a nuestro antojo. 

 

El "ocio” astrológico

Ni en enciclopedias -Devore, Gouchon, Carter o Lebrón- ni en textos encontré alguna mención al tema, de manera que podríamos afirmar que para la Astrología el ocio no existe en tanto no hay ninguna referencia sobre el mismo. Lo más cercano a este concepto, se relaciona con la casa V y la noción de diversión, juego, creatividad que si bien pueden ser formas ociosas no agotan la amplitud del concepto.

 

¿Cuáles serían los factores asociados con el ocio?

Básicamente tres:

a - La casa XII

b - La Luna

c - Nodo Sur

  1. Casa XII. El eje VI - XII, demanda dominio y transformación de una realidad, concreta, visible en casa VI, abstracta e inasible en casa XII. Aquí también se requiere mutar una realidad, pero interior. Una zona donde el individuo arriesga a perderse entre laberintos y pasadizos secretos y donde puede temer que lo aceche algún fantasma aterrador. Pero esta casa presentará sensaciones de incertidumbre, temores, autolimitaciones, en tanto es vivida "como lo otro" de la realidad y no como un área que la complementa. 

 

Karen Hamaker Zondag, en su libro "La casa XII" afirma entre otras cosas, que los planetas allí ubicados manifiestan qué hace el sujeto cuando se encuentra a solas, es decir, cuando no se siente obligado a responder a las demandas del entorno. También señala que este sector da cuenta del período de gestación del nativo, del período idílico en el cual el ser está por fuera de las tensiones polares como frío - calor, hambre - saciedad, etc.

Desde el punto de vista psicológico, podría pensarse que el paraíso -concepto común a todas las culturas- es una idealización, una añoranza social del período uterino. En hebreo, Edén significa placer, jardín de placer, mientras que Paraíso proviene del persa y significa recinto cerrado. Por lo tanto, siguiendo este hilo de pensamiento, diríamos que la casa XII, en tanto memoria de la gestación, es un jardín de placer encerrado.

¿Será por el asunto de la serpiente y la pérdida de la inocencia que el referente individual del Edén, ese lugar donde el hombre es sin tener que hacer algo al respecto se ha convertido astrológicamente en el sector de los enemigos ocultos?

El mismo Dios trabajó los primeros seis días para crear el mundo y el séptimo descansó según lo relata el Génesis. ¿Pero será que Dios descansó porque se agotó haciendo el mundo o por el contrario, el séptimo día se dedicó gozosamente a disfrutar de no tener que andar haciendo pájaros, aguas, gente y todo lo demás?

La Luna. Describe una actitud fundamental frente a la vida en tanto otorga seguridad interior y una imagen personal con la cual nos identificamos. Es el lugar de refugio y comodidad íntima. Posibilita nutrirnos de un estar con nosotros mismos, como idealmente estuvimos con la madre: cuidados, protegidos y sin exigencia porque eramos pequeños y alguien se haría cargo de nosotros. Mal configurada en el tema natal, otorga sentimiento de soledad, de extrañeza, como si no hubiere en el mundo un lugar para sí. 

De manera, entonces, que la Luna otorga o niega facilidad para relajarnos, para refugiarnos en nosotros mismos, para auto nutrirnos y por ello se convierte en uno de los factores relacionados con el ocio. Su ubicación por elemento, otorga perfiles diferentes de ociosidad.

Fuego: buscará desafíos autoafirmativos como las competencias deportivas. 

Tierra: necesita, desde una actitud industriosa, que el ocio se objetive. Pueden ser buenas opciones algunas artesanías, la jardinería o la repostería. 

Aire: la vida social por un lado, o bien armar rompecabezas, resolver palabras cruzadas o perderse en una lectura entretenida pueden ser sus creativos caminos ociosos. 

Agua: es la Luna que menos necesita de estímulos exteriores, ya que con facilidad se pierde solitariamente en los laberintos de la imaginación. 

El Nodo Sur. Muestra en su posición por signo y casa, mecanismos intensamente dominados y conocidos. Puiggros en su texto sobre el tema, menciona una y otra vez, la función de refugio y descanso que cumple el nodo negativo, lugar donde aconseja recargar las pilas cuando sentimos que el mundo nos agota con sus exigencias.

De manera que si pensamos el ocio como esa profunda necesidad humana de visitarse a sí mismo, la casa XII, la Luna y el Nodo sur son tres escenarios privilegiados para conectarnos, como dice Thierry Paquot "...con esa deleitable pereza de observar cómo el tiempo desgrana sus partículas de instantes, esa estetización de nuestra estadía terrestre".

 

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